Y esa noche me senté entre una copa de martini y un whisky doble, con una cucharada bien cargada de melancolía y otro tanto de nostalgia. El suelo empezaba a alcanzar una textura muy interesante, y no sé si fue el alcohol o las lágrimas que asolaban mis ojos. Tampocó sé si fue el ensordecedor ruido de la música. No sé si fueron tus manos tapándome los ojos, o tu voz repitiéndome que hacía mucho tiempo que deseabas aquello. No sé que fue, el caso es que todo se volvió borroso y me abandoné a tus ojos.
Alba.
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